viernes, 3 de junio de 2011

Terrazas

Ahora que con el buen tiempo aprovecho para venir andando desde el trabajo, me fijo en las soleadas terrazas de los edificios de mi ciudad.

Camino hacia arriba, mirando las macetas, las escaleras, jaulas, ladrillos, la ropa tendida,... ¡La vida entera de tantos vecinos! Y me paro a pensar en cuántas vidas paralelas vivimos en esta ciudad, en este mundo extraño que hemos recibido, que dejaremos a los siguientes en herencia. Pienso en lo bueno y en lo malo, en las luces y en las sombras. Me imagino a los matrimonios felices dentro, conversando animadamente sobre los achaques de la salud, ya quebradiza. Y también a los novios que acaban de casarse y comienzan el camino largo y complejo de una vida en común. O la de los niños que ya dejan de ser niños y se encierran en sus habitaciones, para jugar a la Play, o a las niñas-adolescentes que coquetean con sus amigos del colegio...

En todo esto, y en más cosas, pienso, cuando el sol carga su fuerza sobre mi espalda, y ladeo la cabeza para entrar en mi casa, en esta celda de panal, donde todas las abejas vivimos, nos consumimos, y pululamos.

+ N.

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